Pecadores (Sinners, 2025)
Re: Pecadores (Sinners, 2025)
Pecadores (Sinners, 2025): Terror hasta que las velas no ardan
Dirigida por Ryan Coogler
Con Michael B. Jordan, Hailee Steinfeld, Delroy Lindo, Wunmi Mosaku
Guion de Ryan Coogler
Ryan Coogler y Michael B. Jordan se vuelven a juntar, para ofrecer choque cultural en la forma de blues vs vampiros. Traigan los pochoclos.
Michael B. Jordan hace doble turno como Smoke y Stack, los mellizos más descontrolados desde los Barros Schelotto, que vuelven a su pueblo natal con ganas de levantar un juke joint, boliche refugio de música y “mala vida”… pero la fuerza de la libre expresión atrae colmillos afilados con sus propias invitaciones de libertad.
"Quiero tocar la guitarra todo el día..."
Pecadores se toma su tiempo para poner la mesa: Coogler prepara con esmero cada plato, presenta a los personajes como ingredientes clave y sazona cada escena con detalles que dan ganas de quedarse a comer con ellos. Cuando la oscuridad finalmente irrumpe, la mesa está servida para un festín de tensión y emoción. Pero aunque el plato principal es una delicia, queda la sensación de que termina demasiado pronto y te apuran levantando la mesa para traer el postre. ¿Está bien? Sí. ¿Podría haber durado más? También.
La acción podría haber durado un poco más, sí, pero cuando se suelta no decepciona. Hay tensión, acción, humor negro y hasta música para mantenerse moviendo la patita.
“Perdoná si te tuve una hora y pico paseando por el condado, enamorándote de veinte personas, pero así es el cine de vampiros champagne.”
Más allá del disfrute pochoclero, Pecadores tiene su mensaje de crítica social, en una medida justa: Si bien es evidente que está ahí, también tiene su pequeño rebusque para verlo completo. Los vampiros no son simples monstruos, son una metáfora del establishment blanco tratando de suprimir la cultura negra emergente del blues. En el juke joint, pecan al expresarse culturalmente, intentando rechazar la “religión” que es la sociedad establecida, y el oponente intenta asimilarlo con la promesa de una libertad similar, en sus términos.
A pesar de todo, los simbolismos y arcos argumentales no terminan de cerrar si uno les pone la lupa encima. Y algunos cabos sueltos, atados medio a las apuradas sobre el final, sugieren que el simbolismo representado en los vampiros en alguna versión temprana del guión quedaba a cargo del KKK. Quién sabe si fue por querer meter el elemento sobrenatural después, o por evitar poner el dedo en la llaga de verdad, pero de todas formas, el viaje vale completamente la pena.
“El baño solo para clientes simboliza la reconfiguración del espacio íntimo como acto político neoliberal.”
Otra cosa que salta casi de inmediato es la comparación con From Dusk Till Dawn. El bar, los hermanos con pasado turbio, el encierro repentino con presencias vampíricas… pero las similitudes terminan ahí. El tono de Pecadores mira más hacia Evil Dead, con su horror visceral y sobrenatural, y esa provocación frenética de monstruos que invitan a perder la cabeza en pleno aislamiento. Incluso hay un guiño a la paranoia de The Thing, con una secuencia que replica el famoso test que el personaje de Kurt Russell administra buscando un posible infiltrado.
“Noches alegres, mañanas tristes.”
Lo bueno:
Lo malo:
Lo masomenos:
Conclusión:
Coogler y Jordan dejan bocas abiertas con sangre, ritmo y corazón. Nos dejan con justas ganas de más, pero lo que nos toca es precioso.
4.5/5
Porque los debates de injusticias raciales merecen ser divertidos de nuevo.
Dirigida por Ryan Coogler
Con Michael B. Jordan, Hailee Steinfeld, Delroy Lindo, Wunmi Mosaku
Guion de Ryan Coogler
Ryan Coogler y Michael B. Jordan se vuelven a juntar, para ofrecer choque cultural en la forma de blues vs vampiros. Traigan los pochoclos.
Michael B. Jordan hace doble turno como Smoke y Stack, los mellizos más descontrolados desde los Barros Schelotto, que vuelven a su pueblo natal con ganas de levantar un juke joint, boliche refugio de música y “mala vida”… pero la fuerza de la libre expresión atrae colmillos afilados con sus propias invitaciones de libertad.
"Quiero tocar la guitarra todo el día..."
Pecadores se toma su tiempo para poner la mesa: Coogler prepara con esmero cada plato, presenta a los personajes como ingredientes clave y sazona cada escena con detalles que dan ganas de quedarse a comer con ellos. Cuando la oscuridad finalmente irrumpe, la mesa está servida para un festín de tensión y emoción. Pero aunque el plato principal es una delicia, queda la sensación de que termina demasiado pronto y te apuran levantando la mesa para traer el postre. ¿Está bien? Sí. ¿Podría haber durado más? También.
La acción podría haber durado un poco más, sí, pero cuando se suelta no decepciona. Hay tensión, acción, humor negro y hasta música para mantenerse moviendo la patita.
“Perdoná si te tuve una hora y pico paseando por el condado, enamorándote de veinte personas, pero así es el cine de vampiros champagne.”
Más allá del disfrute pochoclero, Pecadores tiene su mensaje de crítica social, en una medida justa: Si bien es evidente que está ahí, también tiene su pequeño rebusque para verlo completo. Los vampiros no son simples monstruos, son una metáfora del establishment blanco tratando de suprimir la cultura negra emergente del blues. En el juke joint, pecan al expresarse culturalmente, intentando rechazar la “religión” que es la sociedad establecida, y el oponente intenta asimilarlo con la promesa de una libertad similar, en sus términos.
A pesar de todo, los simbolismos y arcos argumentales no terminan de cerrar si uno les pone la lupa encima. Y algunos cabos sueltos, atados medio a las apuradas sobre el final, sugieren que el simbolismo representado en los vampiros en alguna versión temprana del guión quedaba a cargo del KKK. Quién sabe si fue por querer meter el elemento sobrenatural después, o por evitar poner el dedo en la llaga de verdad, pero de todas formas, el viaje vale completamente la pena.
“El baño solo para clientes simboliza la reconfiguración del espacio íntimo como acto político neoliberal.”
Otra cosa que salta casi de inmediato es la comparación con From Dusk Till Dawn. El bar, los hermanos con pasado turbio, el encierro repentino con presencias vampíricas… pero las similitudes terminan ahí. El tono de Pecadores mira más hacia Evil Dead, con su horror visceral y sobrenatural, y esa provocación frenética de monstruos que invitan a perder la cabeza en pleno aislamiento. Incluso hay un guiño a la paranoia de The Thing, con una secuencia que replica el famoso test que el personaje de Kurt Russell administra buscando un posible infiltrado.
“Noches alegres, mañanas tristes.”
Lo bueno:
- Michael B. Jordan se luce en dos papeles que se sienten distintos y vivos (o no vivos, depende).
- Ryan Coogler dirige con la precisión de quien sabe qué quiere decir y cómo decirlo.
- La ambientación y el ritmo musical son un viaje que vale cada minuto.
- Cada personaje, por menor que sea, tiene peso y presencia real.
- Subtexto social potente, incluso si no todo cierra perfectamente.
Lo malo:
- El final se siente un poco breve comparado con el desarrollo previo.
Lo masomenos:
- Quien llegue sin saber nada, va a comerse un cambio de género a mitad de película que puede enamorar o descolocar.
Conclusión: Coogler y Jordan dejan bocas abiertas con sangre, ritmo y corazón. Nos dejan con justas ganas de más, pero lo que nos toca es precioso.
4.5/5
Porque los debates de injusticias raciales merecen ser divertidos de nuevo.
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